Ediciones del Aula Taller

 
Problemáticas de la Argentina del Bicentenario
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CONTENIDO DE ESTE CD-ROM

Desde sus orígenes europeos, en el premier tercio del siglo XIX, la Sociología se ha ocupado de los grandes problemas socioeconómicos de su tiempo, con intenciones diversas de acuerdo a las orientaciones ideológicas de sus distintos representantes. En algunos casos éstos se proponían contribuir a la estabilización del orden social; en otros propiciaron reformas graduales que atenuaran los conflictos; y en otros, finalmente, buscaron ayudar a la transformación revolucionaria, imaginando la posibilidad de construir un tipo distinto de sociedad.

Surgida en los comienzos de la sociedad capitalista en el Viejo Mundo, las preocupaciones iniciales de los sociólogos clásicos (Saint Simon, Comte, Marx. Durkheim, Weber) fueron la desintegración del régimen señorial propio del Antiguo Régimen, el éxodo rural, la creciente urbanización, las condiciones de vida y de trabajo de los obreros industriales, los conflictos sociales originados por los abusos patronales y el deseo de los trabajadores de mejorar su situación, y los proyectos de transformación revolucionaria. Estos últimos se expresaron en las revoluciones que recorrieron las principales capitales de Europa en 1830 y 1848; el movimiento cartista inglés, iniciado en 1838 y que se prolongó durante muchos años; y el impresionante episodio de la Comuna de París, en 1871, primera experiencia revolucionaria realizada en nombre de la naciente clase obrera. No menos impactante fue el crecimiento durante ese siglo de las organizaciones obreras: mutuales, sindicatos, centrales de trabajadores, el movimiento anarquista y los partidos políticos socialistas, que pretendían confluir hacia su unificación internacional con decididos propósitos de cambio social. La frase inicial del Manifiesto Comunista (1848), de Marx y Engels, expresaba ese espíritu: ‘Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del comunismo’; la frase final de ese pequeño e influyente trabajo, por su parte, exhortaba a la unión de todos los trabajadores con el propósito de acelerar el cambio revolucionario: ‘¡Proletarios del mundo, uníos!’

Desde entonces, los sociólogos han tenido siempre la misma perspectiva: hombres de su lugar y de su tiempo se interesaron por las cuestiones sociales problemáticas que les tocaba vivir, con vocación conservadora, reformista o revolucionaria, según los casos. La vocación de ‘ciencia de la crisis’ manifestada por la Sociología a comienzos del siglo XIX se conserva inalterada doscientos años después. De esta manera, los sociólogos se ocuparon de la Revolución Rusa (1917) y el ascenso internacional del movimiento socialista; los efectos sociales de la gran crisis económica internacional iniciada en Estados Unidos en 1929; la sociedad del mundo de entreguerras; el crecimiento del poder económico de las grandes corporaciones y el desarrollo de la llamada ‘sociedad de consumo’; los movimientos juveniles de los años 60; los movimientos de liberación nacional en auge en la misma época; los nuevos movimientos sociales surgidos en el último tercio del siglo pasado; la nueva cuestión social; la influencia creciente de los medios masivos de comunicación…

Como hemos mostrado en un libro de reciente aparición (RECALDE, Héctor E., La Sociología en la Argentina. Desde sus orígenes hasta el presente, Ediciones del Aula Taller, Bs.As., 2010), la sociología siguió el mismo camino en nuestro país. Desde sus primeros escritos, casi contemporáneas con el surgimiento de la Sociología en Europa, los ensayistas políticos de la Generación de 1837 se ocuparon de lo que percibían como problemáticas nacionales: las guerras civiles, el caudillismo, la postergación de la organización política nacional, el retraso de la afluencia inmigratoria y del desarrollo de una producción agrícola-ganadera exportable fueron las primeras cuestiones que les preocuparon; después de 1880, los ‘sociólogos positivistas’ se interesaron por nuevas problemáticas, resultantes de la transformación que estábamos sufriendo: en particular, los múltiples efectos del fenómeno inmigratorio, especialmente por la Cuestión Social, frente a la cual –como en Europa- sus orientaciones fueron diferentes. En los cien años siguientes, hasta la actualidad, los sociólogos argentinos centraron su preocupación en los aspectos más conflictivos de la realidad económica y social del país, que siempre vincularon con la esfera político-institucional.

A su vez, el destino de la sociología en la Argentina como disciplina académica estuvo atado a las circunstancias políticas del país. Valorada en algunos momentos por los sectores dirigentes, que buscaron en ella respuestas a los problemas que les preocupaban, en otras circunstancias fue abiertamente repudiada. De esta manera, los gobiernos conservadores de fines del siglo XIX y comienzos del XX crearon las primeras cátedras de sociología en algunas facultades de la Universidad de Buenos Aires y de La Plata, y la mal llamada ‘Revolución Libertadora’ permitió la creación de la Carrera de Sociología, en 1957, con lo cual la disciplina adquirió el estatus académico que hoy conserva. La dictadura iniciada por Onganía en 1966, por su parte, determinó una renovación total del cuerpo de profesores, la que fue acompañada de un cambio drástico de las orientaciones impuestas a la carrera. Durante el tumultuoso período de los breves gobiernos de Héctor J. Cámpora, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón, entre 1973 y 1976, las oscilaciones del peronismo como movimiento político se reflejaron en el campo universitario y en las ciencias sociales en particular, donde se vivió el mismo pasaje de la izquierda a la derecha que se observaba a nivel del gobierno. Por su parte, el terrorismo de Estado imperante entre 1976 y 1983 silenció a los sociólogos críticos, que debieron abandonar sus cátedras, exiliarse o buscar refugio en algunos centros de investigación y universidades privadas, y en algunos casos fueron víctimas de la represión. La propia carrera fue desgajada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde había nacido, y sepultada en un subsuelo de la Facultad de Derecho.

Desde 1983, cuando se produjo la normalización institucional, la Carrera de Sociología de la UBA vivió una nueva etapa fundacional, que culminó en 1988 cuando fue integrada a la flamante Facultad de Ciencias Sociales, donde sigue funcionando. En estos cinco lustros, la disciplina vive –como el país todo- el más largo período de estabilidad que haya conocido, destacándose la continuidad de los docentes y del diseño curricular, además de la pacífica convivencia entre los que cultivan distintas perspectivas ideológicas, cosa desconocida en las etapas anteriores. En un punto, los cultores de la disciplina siguen fieles a la vocación inicial de la misma: su atención a los problemas sociales del momento.

Las problemáticas actuales de nuestro país tienen sus raíces en las políticas económicas neoliberales adoptadas por la última dictadura, las que se consolidaron y profundizaron durante los diez años del gobierno de Carlos Saól Menem (1989-99), siendo continuados por su sucesor Fernando De la Rúa (1999-2001). Las tensiones sociales acumuladas como consecuencia de ese modelo de exclusión social, se manifestaron el 19 y 20 de diciembre de 2001 a través de una intensa movilización protagonizada por los sectores más pobres de la población, marginados del trabajo, y amplias capas de la clase media, empobrecidas y hastiadas por la corrupción reinante en gran parte de la clase dirigente. Como resultado de esa fuerte protesta se produjo algo inédito en nuestra historia: la renuncia de un gobierno constitucional como resultado de la repulsa popular. Los hechos de fines de diciembre de 2001 fueron la culminación de un largo ciclo de protestas sociales, que había ido creciendo a lo largo del país desde mediados de los ’90, en repudio al aumento de la desocupación, la subocupación, la precarización del empleo y el deterioro de las condiciones laborales, que afectó tanto a los tradicionalmente pobres (los ‘pobres estructurales’) como a amplios sectores de pequeños comerciantes, industriales, empleados y profesionales, que conformaron la categoría de los ‘nuevos pobres’. El descrédito de los gobernantes, involucrados en muchos episodios de corrupción, también contribuyó a un desencanto que se expresó en la consigna ‘¡Qué se vayan todos!’, formulada en las jornadas de diciembre; también produjo, aunque de manera fugaz, la confluencia de los reclamos de los desocupados y la clase media empobrecida, expresada en la propuesta ‘Piquete y cacerola, la lucha es una sola’.

Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 –en las que hubo muertos, heridos y centenares de detenidos- agudizaron la protesta social, que se prolongó durante todo 2002 y parte del año siguiente. Fue el momento más intenso de los ‘piquetes’y los acampes en espacios públicos, con ollas populares incluidas, novedosas formas de reclamar de los más pobres que habían surgido en los ’90; también de las ‘asambleas barriales’, los ‘cacerolazos’ y los ‘escraches’, expresiones todavía más recientes a través de las cuales expresó su insatisfacción un amplio sector de las clases medias. También fueron los años de las ‘empresas recuperadas’, los ‘mercados de trueque’, las cooperativas y comedores barriales, a través de los cuales obreros desocupados y personas de clase media empobrecidas buscaron conservar su fuente de empleo o paliar la crisis.

En 2001 y 2002 nuestra población padeció las tasas más altas de desocupación, pobreza e indigencia de toda su historia. También dio muestras de energía y creatividad, protestando contra situaciones injustas y desplegando múltiples iniciativas para encontrar remedios inmediatos a la crisis. Recién a partir de 2003 las condiciones socio-económicas mejoraron y las tensiones sociales disminuyeron; la bonanza se prolongó hasta 2007, cuando comenzó a manifestarse un nuevo ciclo de reclamos que pone en evidencia la persistencia de la mayoría de los problemas originados en la política económica neoliberal.

Este CD-ROM reúne un conjunto de documentos elaborados a lo largo de la última década, sobre las principales cuestiones que afectan a nuestra población: trabajo, salud, educación, vivienda, condiciones medio-ambientales, seguridad y situación de los grupos más vulnerables (niños, adolescentes, mujeres jefas de hogares y ancianos). También incluimos la página oficial del gobierno nacional sobre las diversas políticas sociales en curso, un intento estatal de paliar las necesidades más urgentes de los carecientes, y del INDEC, cuyas estadísticas sobre la evolución del costo de vida y otras variables económicas han sido objeto de fuertes cuestionamientos. Se trata, como se ve, de documentos de organismos oficiales; en otros casos han sido elaborados por instituciones representativas como la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos) y la UCA (Universidad Católica Argentina); algunos, finalmente, son resultado de investigaciones responsables llevadas a cabo en el ámbito de organismos acreditados.

Las problemáticas a las que se refieren estos documentos constituyen la base de una cantidad de situaciones que son el centro de la atención de los sociólogos: el extendido empobrecimiento de nuestra población, su impacto sobre la vida cotidiana, las estrategias de supervivencia de los más pobres, la insuficiencia de los planes y programas de ayuda estatal, la práctica del clientelismo político, el surgimiento de los movimientos de desocupados, las nuevas formas de violencia urbana, la alarma de la población ante la inseguridad, el crecimiento del crimen organizado, la acción de los medios masivos de comunicación ante todas y cada una de estas cuestiones…

Por su contenido, los documentos anexos pueden ser utilizados en distintas asignaturas, como Historia y Geografía Argentina, Sociología y Proyectos y Metodología de la Investigación, Derecho, Salud y Adolescencia, Psicología y hasta en las cuestiones medio-ambientales estudiadas en Biología, brindando a los docentes de esas áreas la oportunidad de diseñar propuestas de trabajos conjuntos que integren los contenidos de sus respectivas disciplinas. (Hasta pueden participar los profesores de matemática, contribuyendo a la cuantificación de los datos que puedan recogerse, su presentación en tablas, el cálculo de porcentajes y la correlación de variables). De esa manera mostrarán a los chicos las múltiples conexiones que existen entre las distintas dimensiones de la realidad. Por su volumen, se trata de una masa de información que excede largamente las posibilidades de tratarla en el aula durante el año escolar, pudiendo ser aprovechada a lo largo de más de un curso, estimulando también, ¿por qué no?, a los alumnos a que la lean por su cuenta. La organización de los chicos en grupos de trabajo, encargando a cada uno de ellos que se ocupe de leer, sintetizar e informar sobre un aspecto en particular (por ejemplo, sobre las problemáticas laborales o sanitarias o educacionales) es otra estrategia para lograr un mejor aprovechamiento de un material tan abundante.

Desde el punto de vista pedagógico, la documentación que brindamos le permite al docente interiorizarse de problemáticas contemporáneas a partir de fuentes de distintos orígenes, lo que implica cruzar perspectivas y puntos de vista no siempre coincidentes. También les posibilita contextualizar cualquier proyecto de investigación que promuevan sobre la realidad inmediata de sus alumnos –situaciones propias de su familia, su escuela, el barrio o el partido donde viven-, ya que las problemáticas globales a las que se refieren los documentos seleccionados inciden en cualquier situación particular que quiera conocerse.

Finalmente, los documentos que hemos incluido en este CD-ROM constituyen una muestra de la enorme cantidad de información que hoy ofrece Internet, la que debe ser incorporada al proceso de enseñanza-aprendizaje, impulsando a los jóvenes a iniciar un propio trabajo de búsqueda y procesamiento. De esta manera se pondrán en contacto con aspectos de la realidad de la que los medios masivos de comunicación sólo nos brindan una imagen muy incompleta y frecuentemente distorsionada.

Unas pocas palabras más, para cerrar la presentación de esta selección de documentos. El cumpleaños de la Patria, estos doscientos años de vida política independiente que festejamos en 2010, es una buena oportunidad para recordar los objetivos que se propusieron en 1810 los hombres que impulsaron nuestro surgimiento como Nación y compararlos con lo que hemos logrado en materia de libertad, progreso material y enriquecimiento personal de la mayoría de nuestra población. El balance nos rebelará, sin duda alguna, que es muchísimo lo que resta por alcanzar en cada uno de esos aspectos; además, si nos ocupamos en investigar comprobaremos que en el último medio siglo Argentina vive un prolongado proceso de retroceso, en el que han empeorado considerablemente las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de su población.

La Argentina del Bicentenario es un país empobrecido e injusto, como subrayó el presidente Néstor Carlos Kirchner en su mensaje a la Asamblea Legislativa en el año 2003. Tomar conciencia de esta realidad, por triste que ella sea, es una obligación de cada uno de los argentinos y constituye el primer paso para que cada uno de nosotros se comprometa maduramente en la transformación de nuestro querido país. En esta tarea común deben participar los jóvenes, aportando las energías e inquietudes propias de su edad. La escuela, por su parte, debe estimularlos en este sentido, despertando en ellos el sentido de compromiso y responsabilidad social.

A ese fin quiere servir el trabajo que les ofrecemos.
Ínicio

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